miércoles, 28 de diciembre de 2011

Harta de la realidad.

(Para Justo ypara Carlos,  una feliz e inspiradora pareja de amigos, a cuya pandilla quiero pertenecer).


Me quedé de piedra y pensé que se le había ido directamente la olla cuando le ví empuñar la zapatilla, apuntar a la tele y arrojarla contra el careto de un político ( de verdad que no me acuerdo de cual) que se atrevió a comenzar la frase con "lo que los españoles deben hacer es..."
Lo más soprendente es que lo hizo como quien recoge un vaso de la mesa o te pregunta qué quieres tomar.


Apaga la televisión si quieres ser feliz, me dijo.

Lo  reflexioné y casi lo hice.  ¡Fuera de mi vida este trasto y sus pésimas noticias sobre la realidad! Sólo la enciendo para dormir, la película de serie B que más me seduzca; una serie de poca monta, un documental cansino.Bueno, y tambioén para ver la 2, y cositas muy seleccionadas de TVG u otros canales.

-La realidad es la que es, me decía S. Y hay que mirarla cara a cara.

No lo he dicho aún pero S. vive en un permanente estado de estrés contagioso. Quizá la realidad le intoxique. Como si la realidad fuese una sola, además: Las noticias del apocalíptico mundo económico y sus efectos en los ciudadanos. ¡Pues menuda realidad!

¡Le reto a conocer otras! Que se lo pregunten a personas de mi entorno que se enfrentan a enfermedades crónicas. O a otras situaciones que sin ser crónicas, parecen enfermizas y hacen que resulte muy difícil ver la luz al final del túnel.

Utilizo internet para informarme de la  forma más aséptica que puedo, y  si veo una televisión encendida, si alguien pone un informativo, la mano se me va a la zapatilla, que toco y acaricio, porque el aparato no es mío.  El consejo se extiende y cada vez hay más gente que apaga la televisión, la radio, que se dice a sí misma, "Déjenme ser feliz,  ya está bien".

Después están los cansinos, como S., que no te lo permiten, que se aburren;  seguramente porque su realidad debe ser muy plácida, casi exenta de emociones fuertes o quizá necesiten esa carga de amargura porque no les gusta ser felices, que las cosas marchen bien, un pequeño paréntesis entre la última denuncia de lo que ocurre en el mundo, EN EL NUESTRO Y EN EL QUE NO HAY NADA PARA COMER, QUE ES UNA MIERDA, LO SABEMOS, QUE NO TENEDRÍAMOS DERECHO A ESTAS QUEJAS REFINADAS, A ESTE SUFRIMIENTO DE SPLEEN OCCIDENTAL, pero, y lo digo con conocimiento de causa, necesitamos el humor y las risas y construirnos una felicidad a la medida, porque es mucho más creativa y mejor .  Y todos podemos entrar en fases horribles como ésas ( yo también). La felicidad es un trabajo, arduo y complicado a menudo que crecemos, prero hay que ponerse a ello. Y por éso te evito y no te llamo S. Porque te quiero pero no te aguanto.


¿Lo puedo decir? Estoy harta de la realidad. Muy pero que  muy harta.  No sólo de la realidad que me venden los informativos.

Estoy harta, por ejemplo, de ese espíritu esnob que hace que algunas  redes sociales se me estén atragantando cada día más. Porque ciertas personas deciden qué es lo que debe ser escrito, gritado, leído o escuchado y no dejan de criticarlo todo. Ahora, hasta a la libre expresión ciudadana hay que poner puertas al campo y/o expresarse según  lo políticamente correcto. Y ¡Cuidado! que, según como se mire, lo correcto ó  incorrecto varía.  Y hay un grupo de "entendidos" que se me están atragantando cada día más y que sólo puedo definir con una palabra, son JILIPOLLAS.


A otros les da por arremeter contra gente que escribe un libro, compone una canción o la canta, dirige una película. ¡Coño, pues por lo menos se ha atrevido a dedicar su tiempo a éso y lo han hecho! ¡Y hay que respetarlo! Porque es que nos hemos vuelto todos una pandilla de "sobraos" que no hay por donde cogerla. Y me incluyo, siempre me incluyo.

Francamente, vuelvo a la idea del 2.010. Cada día que pasa me apetece más coger una maleta y largarme cuanto más lejos mejor. Este país se está volviendo, en su conjunto, Y POR MOMENTOS , insoportable, ya vale de tanta amargura.

Hoy  me lo  decía una pobre mujer que trabaja cara al público y escucha de todo. "Nos pasamos el día oyendo penas y nadie repara en que nosotros no tenemos quien escuche las nuestras". No sabe casi hablar y me suelta esta lindeza que me deja tonta. O uno de esos contadores de penas se acerca con un humilde regalo, el que ha podido pagar, porque es Navidad y quiere agradecer.  "No hace falta, es mi trabajo" le digo sorprendida. "Ya sé que es su trabajo pero no todo el mundo sabe escuchar". Escuchar es también mi trabajo, no sé si lo sabe. Y mirar sería el mío, el que de verdad me apasiona, si lo pagaran. Sería un crack. ¡Cómo me gusta observar e imaginar historias de la gente que observo!

Me quedo con gente como ésta, que no saben ni darse de alta en una red social, qué es un blog o una tablet, no quieren ni saber qué le pasa a la economía. Miran el futuro con temor pero lo encaran con fuerza y ganas. Y no pierden su precioso tiempo, como yo, quitándole horqs al sueño como ahora, en quedarse a gusto como con esta entrada. Y si a nadie interesa pues no pasa nada. Que una no está en estas cosas por llamar la atención o buscar protagonismo, COMO DICE UN PERIODISTA AL QUE QUIERO Y ADMIRO y que no entiende que las redes sociales  también son un arma, un medio de comunicación, incluso una medicina para gente que vive sola como yo. Y construye blogs como éstos porque le gusta y se lo pasa bien haciéndolo.

Y mi realidad, la de mi entorno, la de mi trabajo, la de mi gente es la de tantas personas a las que, le guste o no, tiene los piés pegados al suelo. Gente que madruga, cumple horarios, abre y cierra empresas, la contratan, la despiden, se ilusiona, sufre, emigra, enferma, se cura o sabe que no se va a curar; te pregunta cómo te va porque le interesa de verdad; te pregunta si sabes cuando va a acabar esta puta mierda de crisis, y no deja de trabajar de la mañana a la noche, con todo el optimismo que consigue reunir.

Y aún así no son ni tan snobs ni tan cansinos ni tan JILIPOLLAS como tanto pedorr@ suelto que me encuentro, virtualmente o no, que se hace llamar o se considera  intelectual. Los prefiero a ell@s, sin formación, sin mundología, sin apenas vida social, sin viajes, sin tantos conocimientos.

Los prefiero a ell@s, ¡donde va a parar!, que no se consideran nada y lo son todo, y me enseñan cada día tantas cosas. Y me siento parte de elllos, y lo grito, nosotros sí que estamos hartos de la realidad porque vivimos pegados a ella. Y es durísimo y dificilísimo en este momento. Y aún así ahí estamos, sin plantearnos dar la batalla por perdida ni dejar de luchar.

viernes, 23 de diciembre de 2011

UN AÑO DIFÍCIL. ( HOMENAJE A MIS AMIGOS)


El otro día tuve un feliz reencuentro después de 23 años con un amigo de facultad, JUSTO. Le hablaba,  a él y a su pareja (a cuya pandilla quiero pertenecer), de lo poco que me gustaba este blog últimamente. “Parezco la señorita Rottenmeier, enrabietada,  cabreada con el mundo, todo el día soltando broncas a diestro y siniestro. Una Pepito Grillo que hasta a mí se me estaba haciendo insoportable. Y bien está lo que bien acaba.

Ha sido un año muy difícil. A partir de agosto, sobre todo. A mí no me pasaba nada malo  pero mi entorno sufría y  no sé como se hace para no sentir los problemas de la gente que quiero como si fuesen  míos. Tiene razón Salvador, uno de los amigos que ha estado cerca y se ha preocupado. Padece de ese mismo mal  y lo ha probado todo sin conseguir  superar esa empatía universal con el mundo mundial.

Todas las navidades me entristezco un poco, las sufro en silencio , las detesto. Por todo lo que se nos vende como auténtico y es falso y porque, me pasa siempre, la melancolía acaba por hacerse un sitio dentro de mí y ponerme tontorrona.

Este año he recordado a mi gente. A la que lo pasa mal, sí, pero también a la que siempre ha estado ahí para compensar, para dar todo a cambio de nada; para recordarme quien soy; para empujarme en la dirección correcta ( la mejor para una misma); para echar una mano; para hacerme reír; para hacerme ver las cosas desde fuera; para no hacer nada especial mas que ser ellos mismos. Para echarme la bronca, incluso, cuando es necesario. Para mirarme a los ojos y decirme...”Viki, tía..Esto o aquello”.

La lista es larga  y no quiero establecer jerarquías.

Comenzaré por CRISTINA. Son más de 20 años de amistad. Vive a miles de kilómetros y no conseguimos separarnos, pese al tiempo, la distancia y los desacuerdos. Otra enferma de empatía universal. Lo mejor que tiene, se lo he dicho muchas veces, es que sabe querer. Nadie como ella saca mi lado gamberro simpático. Nos encanta reírnos aunque la emotividad nos puede, tantas veces nos puede.

MIS HERMANAS a la par. Son muy diferentes pero las necesito. Uno de mis cuñados nos llama las ametralladoras porque cuando nos juntamos no paramos de hablar como si el resto del mundo no existiese. Nos animamos mucho pero también nos leemos la cartilla. Siento que me hacen mejor persona. En cuanto me pasa algo, las llamo a todo correr. Sobre todo a la mayor, que es mi mejor terapeuta, aunque a veces pretenda que sea lo que jamás seré. (Síndrome de la mayor de siete hermanos, se llama) y porque la pequeña es como yo, se enciende, “tenemos un motor”, que diría otro de mis cuñados.

CISCO tiene esa extraña habilidad para decirme lo que piensa sin herirme y sólo por eso merece un monumento. Simpático y gracioso pero también culto y sensible y una buenísima persona. Lo cuento entre mis mejores amigos. Hay algo que compartimos y me gusta. Cuando alguien nos lleva al extremo, cuando nos tocaN convenientemente las narices, atacamos con una verborrea atinada y cerebral y tiramos a dar. Creo que no nos gusta cuando reparamos que alguien abusa o lo intenta.

STEPHANIE es una australiana simpatiquísima y aunque el ADN no tenga nada que ver con la Geografía, como ella misma dice, y aunque le lleve más de diez años y haya  nacido al otro lado de su mundo, la cuento entre las personas con las que más y mejor comunico. A pesar de los misunderstandings. 

Sensata y práctica, pero también sensible, cariñosa, detallista Y HABLADORA COMO YO... Su casa es para mí  un remanso de paz, a pesar de sus bebés. No me vuelven loca,  me encantan. Hay mujeres que necesitan ser madres para sentirse a gusto consigo mismas. Ella es un buen ejemplo. 

No sé como hacerle entender que comprendo a qué se refiere con "esa guerra interior". Es la creatividad que puja por salir. Ha vuelto a dejarla fluir y me alegro. ¿Qué nos importan los resultados, Steph? Lo hacemos  porque nos encanta. Y el mundo no se nos escapa. Hay muchas cosas que aún podemos hacer.  Incluso desde este rincón del mundo. Nunca es demasiado tarde para nada. 


PEPE CANELA.  Me conoce desde los 14 años y, aunque tantas veces esté en completo desacuerdo con él, con las cosas que dice de NOSOTRAS, tendré que reconocer que me ha salvado de la peor versión de mí misma en muchísimas ocasiones. No más veces que mi hermana Charo, su mujer, eso también es cierto, y por ese motivo, tengo una unión especial con esta familia. Su fé ( la de los dos) en mí y mis posibilidades es mucho más ilimitada que la que tengo a día de hoy y he tenido nunca. Pepe me animó a escribir este blog (a escribir en general) de manera que le hago responsable de lo bueno y de lo malo ( ¡¡se siente!!!). Pepe, Charo, Lui y Cristina son las personas que más han creído en mí, que más y mejor me han empujado en la dirección correcta. Me  conocen (todos) desde hace más de 20 años y han estado por ahí durante todo este tiempo, siguiéndome la pista. 
En momentos de mucha zozobra Pepe me ha ayudado a entender científicamente la propia zozobra; a creer que mi fuerza y mi rabia podían ser más creativas que destructivas. Es como un hermano mayor. Me pone esas caras de reprobación cuando meto la pata y, como con Cristina, con Charo, con Lui, no hace falta decir mucho más. 


M. No diré su nombre porque le horroriza protagonizar nada. Estoy segura  de que no entiende porque lo hago. Me hace gracia, incluso cuando lo discute todo. Quiere mucho a alguien próximo y le hace feliz y sólo por éso se merece todo mi respeto. Es muy sincero y simpático. Debería escribir un blog sobre lo que más le gusta y apasiona, estoy de acuerdo con ella, se lo sabe todo.  Se haría famoso aunque no sé si le importaría conseguir esa popularidad. ¡Pero es que es un crack! ¡Y no sólo en éso!

Es una pena que alguien tan inteligente, tan válido para tantas cosas, no tenga un trabajo en el que poder desarrollarse. No es su responsabilidad. Es la miopía de los contratantes. 
En cualquier caso, y pese a todo, no debería rendirse nunca con nada (hablo de la profesión pero no sólo). Tengo la impresión de que cuando uno lucha por lo que quiere, si se empeña, si no desiste,  lo consigue. Y no sé si debería abandonar su pretensión de dedicarse a trabajar en algo que le gusta, en la sección que le apasiona, y de la manera que le gusta. (Me parece que en la red se pueden hacer cosas). Precisamente yo no le aconsejo abandonar.
Le admiro por su resistencia psicológica actual. 

MI COMPA DE TRABAJO: Me aguanta en toda mi dimensión y éso es de agradecer cuando una es brava. Me ve desde fuera, aunque a veces se equivoque y tridimensione cosas que tampoco son para tanto. Admiro su tranquilidad. Los pacíficos llevan una guerra interior que cuando sale da miedo. Nos empujamos, nos consolamos, hacemos terapia de grupo (es muy difícil trabajar en una pyme en estos momentos de crisis, pero estamos resistiendo  y éso es mucho.  Todos los días lo hacemos, con vacaciones de 15 días desde hace ¿tres años?, con jornadas interminables...Es peor no tener trabajo, y ése es el motivo y no otro de esta entrega, pero nos cansamos, como cualquiera. Y tenemos límites. A veces no sabemos ni en qué día vivimos y gestionamos un estrés durísimo, que no le deseo a nadie. como sabemos y podemos. 

A veces él grita, cuando jamás grita. A veces yo me pongo como Calimero: "Es injusto, nadie me comprende". ¡Qué noxo de actitudes! La resistencia también hace que salgan aspectos bastante despreciables de uno mismo. El otro día nos reíamos por el comentario de un amigo. 
"Me preguntó porque no había ido al concierto de una mujer a la que aprecio mucho y al que me hubiese encantado ir"... 
"¿Qué día fué eso?... 
"Pues se me pasó"...
"¿Pero a ti no te apetece dormir una semana entera y no levantarte más que para comer?
"Pues claro que me apetece".
"Pero tu no piensas que te habrías quedado dormida en ese concierto?...
Pues sí, seguramente sí, porque cuando no andamos con la pila a cien por hora, nos caemos de sueño...Agotamiento le llaman.  Pero resistiremos, fijo que resistiremos. Cabezonería y empeño le llaman.

MERCE  me ha pedido que no la haga llorar en estas fechas. No sé cómo aún. Hace cuatro años que la conozco y , en todo este tiempo, la he visto triste una sola  vez. Ya sé que la profesión va por dentro pero, ¿cuál es su secreto? Entréname, por favor. Graciosa, optimista, simpática, sociable, pero también buenísima gente. Merce no considera que tenga una inteligencia deslumbrante pero yo sí. Y sería una magnífica vendedora.  Podría haberse hecho rica riquísima, aunque tantas veces pienso que no es lo más importante para ella. Ahí está, al frente de su PYME unipersonal, dando la batalla.

DUARTE es como Platero, blando por dentro y por fuera, se diría que todo de algodón. ¿Era así? ¡No me riñas! Hipersensible, cariñoso, reflexivo, muy unido a su gente; seductor nato (casi siempre lo hace de forma natural, sin darse cuenta). Anita, una encantadora amiga suya,  dice que gusta a todos:  los gays y las heteros;  los altos y los bajos; los fuertes y los débiles; los gordos y delgados; los gatos y los perros... No puedo estar más de acuerdo. Tiene ese encanto natural tan suyo pero lo mejor que tiene, para mí, es su empatía, su calidad humana, el estar ahí cuando se le necesita, para escuchar y transmitir apoyo y fuerza. Para colmo, es de los que todavía piensan que se puede cambiar el mundo. Tiene una novia fantástica, Sú, que le va al pelo. Es una pena que esta chica no tenga hermanos o primos. Yo quiero alguien a mi lado del perfil de esta chica.

MIS HERMANOS Y CUÑAD@S. Los quiero a  los cuatro (HERMANOS); A MIS DOS CUÑADOS Y DOS CUÑADAS. Aunque a alguno de ellos (HERMANOS) tantas veces los mataría. La mayoría no tienen que ver conmigo o muy poco pero  conseguimos llevarnos bien.  Lo mejor que han conseguido mis padres es criar hijos buenos. Ellos piensan que somos una pandilla de estúpidos. Yo tengo otro punto de vista. No confundo bondad y generosidad con estupidez.

MIS 9 SOBRINOS SIN EXCEPCIÓN. Hay una cosa que tienen en común, son guapos. Algunos más que otros, no voy a mentir. Alicia es clavada a mí, digan lo que digan. Julia saca a la deportista que llevo dentro;  Manuela es adorable; Carmen apunta maneras con su año recien cumplido, siempre le gustó reirse. Olga y Carlota son ya unas chicas, se hacen querer; Alberto está en pleno cambio y me sigue sorprendiendo. ¡Qué cabeza tiene el muchacho! Irene, a la que siempre veremos como una niña, lo entienda o no, es ya toda una mujer. Pedro es el terror de los mares pero tiene un gran corazón.

CARLOS me inspira y lo sabe.  Superada su fase conquistadora, creo que entiende perfectamente que sólo seremos siempre amigos. No es que yo le encante, ¡para nada!, es que ahora mismo, divorciado y libre, le encantan todas. Se casó joven y ahora ha vuelto al mundo de las citas como un adolescente, pero de cincuenta. ¡Me hace tanta gracia! Para mí es una gran oreja siempre disponible a escuchar. Alguien que desdramatiza muy bien las cosas, que las relativiza, que me ayuda a pensar. Tras unos años en el desempleo ha apostado por explotar su vena artística. Le admiro por éso. Mucho. Y por muchísimas otras cosas.

SARA es toda dulzura. Vive en Londres y expira felicidad por todos sus poros y en todas sus fotos. No conozco ninguna mujer tan dulce, pero al tiempo tan inteligente, fuerte, y sabia. Nicholas, eres muy afortunado, lo sabes, ¿verdad?. No debe ser por casualidad que su madre y hermano sean igualmente gente con la que me encanta hablar y que siempre me enseña algo.Y su abuela es total.

ANA compartió conmigo años de facultad. Hace no tanto tiempo que hemos vuelto a retomar la relación. Creo que necesitamos hablar mucho más de lo que lo hacemos. ¡Los niños! Emprende ahora una nueva fase, que me temo será larga, dura y difícil. Sé que no se va a arredrar.

ANA M. acaba de llegar y ahí andamos, como cotorras. Nerviosas y habladoras por los cuatro costados. Ella dice que conocerme le ha ayudado a superar cosas que le estaban haciendo daño. A mí me ha enseñado  que hay que decir siempre la verdad, aunque siente mal al oyente, que es mejor tantas veces evitar los rodeos. Desde que la conozco estoy siendo menos diplomática. Aunque con los amigos, no. No hace falta decirle la verdad a alguien ( tu verdad, tu opinión) y ser brutal.


FILIPO está bien ahora, muy bien. Acepto que no va a cambiar nunca. No es que le cueste envejecer, como a todos, es que no le interesa hacerlo, no quiere. Punto. Quizá no lo necesite. Me ha aguantado mucho y tantas veces me siento en deuda con él.

LA CAPOTE es la mujer más luchadora que conozco. Compartimos genio encendido si se nos toca donde no se debe. Pero luego nos arrepentimos, y nos sentimos en deuda con la gente que nos aguanta. Estar en la lucha es lo nuestro. Más que una militancia, es una religión. Lo sabemos aunque el entorno no lo tenga claro:  A nosotros no nos tumba nada. Puede que temporalmente nos dejen un poco hechas jirones. Pero luego revivimos, siempre revivimos. 

MI MADRE Y SU AMIGA, LA TÍA GELINES. Me reconozco en infinidad de cosas con ellas. En otras es que no puedo ser más diferente. Me encanta esta relación de madurez. Tendemos puentes.  Nos ayudan a entender las cosas que nos marcaron de niños y por qué. Nos hablan de su familia, de la vida hace 30, 40, 50 y 60 años. Son muy amenas y el colmo de la simpatía. En esa familia es un rasgo. Capítulo aparte merece mi padre. Sé que nos queremos pero...¿Como explicarlo? Me recuerda a lo que le pasa a un amigo con su madre. La llama por teléfono y acaban discutiendo hasta acabar por colgarle. La vuelve a llamar para pedirle disculpas y se lo vuelve a colgar. Es muy difícil la comunicación entre nosotros.

Hay una red social que me ha permitido conocer a gente encantadora, SALVADOR, del que ya he hablado, y otros que me aportan muchísimas más cosas de las que seguramente piensan. PAOLO me hace reflexionar siempre. JOSÉ M VALVERDE me hace reír. ¡Y su relación con GIO es tan alucinante! Da gusto ver gente que se quiere en plena madurez.   En esa misma isla está PAZ FRANCÉS. Bueno, a los HERMANOS FRANCÉS debía dedicarlas una entrada de blog. Me gustan todos sin excepción ( aunque no conozco a toda la familia). A PAZ la tengo muy abandonada. Se ha ido a Twitter como tantos otros ( yo es que no consigo entender aún como funciona). A BLANCA la he visto en dos ocasiones y no he retribuido con más visitas o invitaciones, como se merece. Y no por falta de ganas.

 Lo mismo me ocurre con otras much@s, con LUIS BARÁ (hemos retomado el contacto, y está muy bien); PILAR PIÑEIRO, UXÍA, también con BEGO CAAMAÑO, JAVI CAMPA; AMAIA (a la que veo mucho más); TOTE Y CRISTINA; MARILÓ; ROSER Y ALFONSO; YOLANDA PÉREZ (no sé aún como pero nos veremos pronto en Bruselas); ALICIA (que me invitó a Canarias. ¡Qué pena no poder!). Y esa red social me ha devuelto a gente estupenda, de la que no sabía nada o  casi nada. Alicia, sí; ELOÍSA OTERO, X. M. PEREIRO; BERNARDO PÉREZ, DELMI ÁLVAREZ, ELENA DE MADRID; GUADALUPE TOVAR; ANA MOITOSA, MARIA JOSÉ, a máis linda e moderna. Desculpem lá!!, PAULINHA E RESTO DA MALTA (Ah Lisboa!!! Tantas saudades! O dia que escreva coisas sobre a vida destas mulheres faço um best seller. Acho que os portugueses quando falam de Coraçao, quando perdem o pudor, sao fantásticos!!!)

E PÀ!!! ISABEL RISCO!!! (Aínda nos vemos en La Coru); SEARA (tenho guardado un infeliz desencontro cun “monstruo”...AYYYYY!!!!) XABIER VIANA (Atópamonos en Vigo).

Por no hablar de gente a la que hace años, decenios, siglos que no veo y que siempre me cayeron bien: ANDRÉS MAHÍA ( Te ví recibir un premio en la tele y me encantó); PILAR COMESAÑA...

Mención especial merecen mi profe de yoga y compañeros. MAITE; CORAL, HORTENSIA. INCLUSO CÉSAR, que no va y creo que ni falta le hace. ¡Ese relax suyo!  Vuelvo en enero, al fin! Y mi fisioterapeuta David, que me ha recompuesto la espalda después del accidente y me hace reír tanto.

Y paro ya, porque estos “rememberings”  sólo son importantes para quien los hace, es decir yo. Quería darme este placer, porque éste ha sido un año muy duro y difícil, estoy deseando que termine y quiero que el próximo, pese a los agoreros, sea un poquito mejor, al menos en el terreno personal. No pido más. Que mi entorno no sufra tanto; que sus enfermedades, problemas graves, terribles pérdidas...vayan amainando.

Esto no es una felicitación de navidad al uso, pero ya dije que no me gusta la navidad. Espero no haberme olvidado de nadie.  Que las soporteis/disfruteis lo mejor que podais.

Lo he dicho muchas veces y lo digo una más. Mi gente y mis amigos son lo mejor que tengo, mi auténtico patrimonio. No sería nada sin ellos. 

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La rabia con quien se la merece

Un nuevo signo de los tiempos que corren, en los que mucha gente acumula problemas irresolubles a corto plazo, es que se desata la rabia y la agresividad a la mínima oportunidad que se presente.

Vivo en una ciudad que lo favorece porque los vigueses somos especiales. Una mezcla explosiva de las diversas procedencias de sus habitantes; bastante poligonera a veces, que presume de rasgos canallas ( no lo entiendo) y da como resultado ciudadanos casi siempre muy estresados, impacientes, al borde de un ataque de nervios o de corazón. lo que implica que nuestro grado de civismo deje mucho que desear y, por tanto,  también nuestra educación.

Quiero a mi ciudad, pese a todo, incluso cuando me mimetizo o me siento agredida por sus ciudadanos. Me avergüenza ser yo la que agrede, la que se pone frenética por nada, la que tiene el día histérico. Entiendo que el urbanismo improvisado, el tráfico que nunca fluye y un sinfín de razones configuran carácter. Es más, pienso que si uno es mínimamente objetivo y no le ciegan los colores no hay más opción  que tener con Vigo una relación  de amor-odio.

 La impotencia de una ciudad en la que se ha disparado el desempleo, la pobreza;  que destruye su tejido industrial;  que tiene menos futuro a medio  plazo ha disparado su grado de incivismo y agresividad.  Es un indicador de que las cosas no marchan. Lo percibo a diario y entiendo que ocurrirá lo mismo en otros lugares.

Y, sí, también se detecta en los enlaces  que la gente "cuelga" intercambia o comparte en las redes sociales, en los comentarios de los lectores de las noticias; en las llamadas de los radioyentes. En las pintadas, incluso.

El hartazgo es mucho, la impotencia rebasa todos los límites tolerables y a cada uno le sale el enano mental que lleva dentro. Hoy,  por ejemplo, me tragué alucinada el vídeo de una británica de pura cepa - se le supone-  con un bebé en brazos, vociferando en el metro de Londres contra los negros y los polacos. Lo más llamativo es que el niño no se inmutaba, debía estar acostumbrado a una mamá completamente descontrolada.

Me parece  terrible que nos estemos habituando también a este tipo de miserias;  dar rienda suelta a nuestra impotencia sin una mínima reflexión. Lo peor de todo es que la emprendemos con el que tenemos más cerca,  le hacemos la vida insoportable al que no tiene la culpa de nada e incluso está dispuesto a escucharnos ayudarnos, acompañarnos. Y esto en una ciudad poco amable resulta insufrible.

Es más, se palpa un nuevo rencor social del que está mal contra el que está mejor, pero no contra el que se aplica sueldos de escándalo, contra los corruptos, contra las GRANDES empresas que reciben dinero público y aplican ERES para que el trabajo que antes hacían cuatro lo haga uno ( ya hay quien dice que no hay menos trabajo, hay menos gente haciéndolo)   o contra ese entramando financiero, las grandes corporaciones, las agencias de calificación,  los verdaderos responsables de esta situación.  No señor, contra éstos sólo despotricamos en  la barra de un bar, a lo sumo.   La culpa es de los funcionarios; de los fijos a los que resulta muy caro despedir;  de la gente mayor que cierra el paso a los jóvenes; de las televisiones públicas que salen muy caras; de los culturetas, del matrimonio gay o del aborto, de los emigrantes... ¡Lo flipo! Como diría una amiga.

No se trata de exigir que todos estemos mejor. El nuevo objetivo es que todos estemos  mal. Igualar por abajo. 

¡Hagamos nuestro el enano mental de los que nos van a gobernar; de los que dirigen las grandes empresas de este país, o de cualquier otro lobby que, además y por ende, no piensa en los intereses del ciudadano, está pensando en los suyos propios!

Es muy complicado dirigir bien la rabia. Quizá se caracterice por su expresión descontrolada. No lo sé. A mí me abruman algunos túzaros próximos que no sé si pueden evitarlo o no, pero cuyo malestar me salpica sin yo buscarlo. Me disgusta tener que atrincherarme pero no pienso permitir más agresividad de ningún ciudadano en el paro o no;  con menos dinero para gastar que antes o no, ni un solo comentario equivocado. Yo no soy el enemigo. ( Y eso que no soy gay, emigrante o cultureta).

En cuanto a los que van a dirigir el buque en los próximos años, yo en su lugar me andaría con ojito clínico. Los ciudadanos nunca han sido fáciles de manipular pero ahora menos que nunca. Hay analistas que hablan de la posibilidad de una eclosión social y no me sorprendería pero lo dudo. ¡Tenemos unas tragaderas! A la viguesa que llevo dentro le encantaría montar la barricada y emular a los obreros del naval. Mi parte más razonable piensa que ése no es el camino, no puede ser el camino, pero la rabia también me puede, muy a menudo me puede.

viernes, 7 de octubre de 2011

Wall Street Mocks Protesters By Drinking Champagne 2011

Dias de raiva

¿Vichedes as imaxes dun grupo de traballadores de Wall Street rindo e bebendo champán mentres os estadounidenses, eles tamén cada dia máis pobres, se concentraban masivamente a porta dos principais bancos, entidades financieiras, grandes corporacións, multinacionais?
Fíxome pensar moito e desatou toda a miña raiva. Porque, infelizmente, non vivo nos "mundos de yupi" coma eles pero tamén coñezo moita xente que sí.

E sempre, dende o principio da crise, observei como hai algúns que continúan a vivir ben, bastante ben, mesmo se gaban de que a crise non lles afecta, mentres outros o pasan mal, realmente mal.

Non vou falar da xente nova que non atopa traballo e non tén claro o seu futuro, senón dos seus pais ou dos seus avós.

Xente de corenta e tantos anos, cincuenta, sesenta e até oitenta que loitan desesperadamente por sacar a súa familia adiante. Con un só salario, con ningún xa, salvo os apaños que por ahí atopan; pequenos empresarios ou autonomos que reduciron a súa empresa a eles mesmos, aos que lle costou despedir aos seus traballadores, que estarían encantados de ter carga de traballo e voltar a necesitalos.

Algúns deles están hipotecando casas e patrimonio para manter a empresa aberta, esperando a que veñan tempos mellores, que é unha frase comodín, moi desta época. "¿Qué fago eu se pecho a empresa, cóntame, quén me contrata?"


Son cidadáns co pasan mal, que teñen vergoña de acabar o mes coas contas en negativo, que trampean con tarxetas para comprar comida, vestir os nenos, pagar as contas. Nunca en tal se viran.

E., por exemplo,  leva tres anos no desemprego e  cóntame que foi a súa filla de 32 anos quen lle pagou a factura para arranxar a caldeira. Dímo coa boca pequena, en segredo, cargada de culpabilidade por non conseguir con 54 anos máis que traballos para limpar casas que non dan para nada.

A. síntese un cabrón por estar vivindo hai máis de dous meses das contas dos seus nenos, do diñeiro que gardou para cando eles foran maiores. "¡Vou devolver ata o último euro, xúrocho, non sei aínda como!" Cun só salario, recortando os gastos ao mínimo, non chega.

C. tamén vive duns aforros, neste caso os seus. Tivo que pechar e sobrevive a duras penas. Traballa en B pero non tén carga de traballo agora. Non a suficiente. Ten días, coma todos. Alguns é optimista e outros non quere sair de casa.

M. está vivindo na casa da súa nai cos seus dous fillos. Está contenta e feliz por ter vendido a súa e porque lle fixeron o seu primeiro contrato por DOUS MESES,  despois de dous anos.

R. está triste e vencido. Conseguíu aforrar un diñeiro para a súa vellez e agora o necesitan os seus fillos, os seus netos. A raiva por tanta inxustiza pode con él. "Que devolvan o diñeiro" grita a ninguén unha e outra vez cando fala das indemnizacións dos executivos de Novacaixagalicia. Estamos dacordo en que esa noticia nos alporíza. Dí que pode con todo pero as veces dame medo que lle pase algo. Véxoo maior para certas emocións.

Por un momento, por uns días só,  gustariame cos que brindan con champán en Wall Street; que os que dín que a crise puxo a moita xente no seu sitio; que as cousas non están tan mal, porque os restaurantes están cheos; ca xente gasta no que non debe, et, etc...viviran a vida de calquera deles. Tres días, só tres, sufrindo a crise en propias carnes.

Xa digo que vivo moi conectada coa realidade. Masticando a miña propia raiva, unha inmensa impotencia, preocupada,  porque aínda que a miña situación non sexa desesperada, hai demasiada xente aínda que vive nos "mundos de Yupi" e non é rica nen traballa en Wall Street. Viven perto de mín,  aínda que en mundos diferentes. Comenzo a  non soportala, a non poder pasar tempo con ela. As veces, mesmo envexo esa capacidade de non volver do país de Neverland no que viven todos eles.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Docentes

Son filla, sobriña neta, irmá, cuñada e amiga de mestres, profesores de instituto e Universidade. Lembro dende que tiña memoria chegar a casa e sentarme coa miña nai a facer tareas mentres ela correxía exames, preparaba clases, disfraces para o entroido, poemas ou escritos dos homenaxeados no Dia das Letras Galegas.
As veces tiña que acordala e zangábase consigo mesma por ter perdido a loita contra o sono.

Cando deixei de exercer a profesión que estudara repetia unha e mil veces: “Se che fixeras mestra, se o levas na masa do sangue”. As veces me da por pensar que ten razón. Só as veces.

Lembro cenas nos colexios nos que traballaba en Tebra, en Borreiros, antes estivera en Catoira, nunha aldea do concello de Tui, sendo eu moi nena. Agrupábanse alumnos de tódalas idades e cursos.

Lembro edificios semiruinosos; un braseiro que servía para aquencer a aula; xogar con todos eles nos recreos, mesmo un accidente moi aparatoso que sufrín, con moita sangue de por medio, que me deixou unha bonita cicatriz.

A miña nai está xubilada pero sinte, como se aínda estivese en activo, os recortes que se anuncian. Ela coñeceu a escola pública do tardofranquismo. Aprobou a oposición nos anos 60 e sempre lle molestou a racanería co público en contraposición co diñeiro que se orzamentaba alegremente para os colexios concertados. Cando escoita falar de liberdade de ensino, alporízase.

O comezo e o fin do curso son máis que un estrés, un es-cuatro para a miña irmá e amigos docentes. Unha profe universitaria de letras asustóume este pasado xuño. Estaba branca, desmellorada, semellaba doente.

A miña irmá traballa os fins de semana na casa. Cando a vou visitar nunha cidade do norte de Galicia, en pleno curso escolar, non é raro atopala fronte a un computador, concentrada na tarea.

Enfurécese cando escoita decir que os profesores non pegan golpe e teñen moitas vacacións. “Pois nada, codos e a preparar unha oposición”, resposta. Sabe coma mín que os funcionarios están na diana da opinión pública. Que son campañas orquestadas polo poder ou a oposición con fins ben claros.

Iso pensa tamén un amigo que ten un posto de responsabilidade na universidade. Mesmo así continúa a dar clases porque lle gusta. O natural no seu caso son xornadas que as vecs superan as 10-12 horas diarias. Parece un ministro pero traballa coma un simple profesor, defendendo a necesidade dun novo proxecto educativo no que acredita.

Todos eles son persoas vocacionadas, que disfrutan co traballo que fan, que o defenden con unllas e dentes. Son docentes, é certo, pero moitísimas veces descubren problemas de audición, de linguaxe, de autismo, de familias desestructuradas e traballan arreo na solución dos mesmos.

Recoñecen que existan compañeiros que non queren o seu traballo, que traballan na docencia coma podian traballar de calquera outra cousa.

A mín tamén me pasaba. Cando amas a túa profesión non concibes como pode haber xente que a exerza con desgana.

Por todos estes motivos, porque creo no traballo que fan e defendo unha educación e unha sanidade gratuitas, laicas, interclasistas e de calidade como decía Grandes no seu artigo; como asisto con pena a morte lenta e anunciada do estado do benestar que tanto custou conseguir, apoio as súas reivindicacións.

Non son uns vagos, non queren privilexios, queren que a calidade do ensino público, diga o que diga Pisa, se manteña.

Habería que preguntar aos que gobernan se a responsabilidade dos malos datos dos estudantes españois non teñen máis que ver co encumbramento da ignorancia de Ronaldos e Belén Estebans de turno; ou reformas educativas que banalizan cada vez máis os contidos e a esixencia escolar.

Tamén caberia preguntar os pais, e isto é unha opinión persoal, se a súa labor na escola non deberia reducirse a voz sen voto ( aínda non entendo como se lles otorga tanto poder de decisión mesmo en áreas pedagóxicas que a maioría descoñecen).

Non sexamos nós tamén cómplices desa marea de opinión que pretende facernos creer que os docentes son o que nunca foron; que hai que mudar a escola pública que funciona ben para continuar concertando con empresas privadas de educación, moitas delas con sistemas nada pedagóxicos e calidade moi inferior ao que sería desexable.

Despois do que me contaron duas persoas que deron clases e tiveron fillos en colexios de élite de Madrid e Vigo, penso que moitos pais envian aos seus fillos a estes centros para que teñan bos compañeiros de pupitre ou por aprobados a cambio de pasta. (Até tal extremo estaba eu enganada). Se algo hai que mellorar en España non é a calidade e métodos da escola pública senón a da privada. E quen a queira que a pague, claro.

martes, 23 de agosto de 2011

La amante fija

Mi amigo es un especimen un tanto extraño. Se casó con la mujer que conoce prácticamente desde su primera comunión y fué razonablemente feliz hasta que, por razones que no vienen al caso, ella decidió poner fin a su matrimonio.

Lo pasó muy mal, sufrió mucho, atravesó esa larga travesía del desierto, que incluyó en su caso muchas copas, muchos lloros, una obsesión monotemática (¿por qué me dejó?) una inexplicable e irreal sensación de soledad y abandono, cierta dejadez física...!En fin! Lo habitual...

Tarde o temprano conocerás a alguien, ya verás, le decíamos todos. Y la conoció y se enganchó y confundió química con amor. (Ya digo que mi amigo salió del cascarón para jurar fidelidad eterna ante un altar, en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza y cumplió como un campeón).

Ahora está viviendo una nueva adolescencia con 50 años de edad. Está en onda poligámica desaforada. Las amigas le reñimos. Porque quiere sólo sexo pero actúa como tantos varones, vende amor y ternura y flores y perfumes...Ese romanticismo barato y apestoso, sobre todo por falso.

La verdad es que entiendo que tenga que vivir lo que no vivió pero me pregunto que extraña idea tienen los hombres sobre las mujeres. "Son de una simpleza que asusta", dice mi amiga. Y es verdad, te lo corrobora cualquier varón, pero nosotras no. Debe ser eso.

El mercado del ganado cansa y mi amigo ya pide a gritos un parón.

- "¿Por qué no existirá una máquina donde introduzcas todos tus datos y te salga la mujer que buscas? Que tenga un trauma, sólo uno y sencillito, por ejemplo, me dice..."

-Sí, hombre, una replicante, como en Blade Runner, ¿no?

Yo me mondo. ¿Sencillito? ¡Pero si las sencillitas le aburren! ¡No las soporta!

Cargado de culpabilidad por la récua de cadáveres que ha ido dejando a su paso en el último año, se justifica una y otra vez.

No sé cuánto le durará aún la fase poligámica pero intuyo que acabará como muchos solos adultos y que vienen ya de vuelta: Cansado, aburrido, perezoso...Apuntándose al club de la amante fija.

Con otra mujer adulta que quiera desahogos puntuales y que no le rompan la cabeza. Y, sobre todo, que no le hablen de amor, perfumes, princesas ó flores.

O éso o se tropieza con la que lo atrape denitivamente ...¿PAra siempre? Para siempre o por un tiempito. Que por lo visto nada es eterno, el amor tampoco.

jueves, 9 de junio de 2011

Mujeres y hombres.

Una siempre tiene la impresión de que el desconcierto que muchas mujeres tienen con los hombres es único y exclusivo de las que estamos solteras, separadas ó divorciadas. Incluso piensa que sólo le pasa a mujeres de su generación. Y como tengo muchos amigos hombres, cada vez más, y desde niña me relaciono estupendamente bien con ellos, me niego a entrar en una guerra estúpida con los de ese género o a pensar que las mujeres somos mejores.

Recientemente, sin embargo, he descubierto que lejos de evolucionar y avanzar en este aspecto, también se involuciona y mucho. Las mujeres más jóvenes te lo dejan claro, los de su edad son más machistas que los nuestros.

Pero el problema no es sólo el machismo. El problema es que están perdidos. No saben relacionarse con las mujeres de hoy día. Como dice alguien a quien aprecio mucho, la revolución pendiente es la masculina. E igual que muchas casadas maldicen a la madre que ha educado a su prenda, algunas de las que nos relacionamos con separados o divorciados, maldecimos a la antecesora, que permitió ser quien es al monstruito con el que ahora te enfrentas.

Por no hablar de la alargada sombra que proyectan algunas ex, sobre todo si fueron ellas las que los dejaron. Eso le ocurre a mi amigo Suso, que no para de mentarla, casi siempre para mal, y luego dice aquello de, “no sé por qué no consigo enamorarme de otra cuatro años después”. ¿Pues por qué va a ser? Porque aún andas arreglando cuentas con la primera en tu cabeza.

No es exclusivo masculino, es cierto, pero como dice otro sabio amigo de 60, “los hombres digieren peor el dolor que las mujeres, ya sea físico o emocional” y él de eso sabe que es médico.

Por estas y otras causas hay mujeres que deciden utilizarlos sexualmente como ellos han hecho siempre con nosotras. No tanto por gusto, o eso dicen, sino porque están convencidas de que jamás las comprenderán y las querrán como les gustaría ser queridas.

Otras se aíslan cada vez más y barruntan si lo de ser lesbiana no sería mala cosa. Y algunas nos empeñamos en entendernos con ellos, comenzando por explicarles que tú no eres ni quieres ser como su madre y menos aún como su ex.

Es más, intentas que comprendan que la clave está en que dejen de mirarte como mujer- ser de otro planeta y comiencen a mirarte como mujer-persona de su misma especie, como a un igual que merece el mismo trato que a ellos les gustaría recibir y a la que normalmente le atormentan los mismos pesares.

miércoles, 1 de junio de 2011

El miedo como motor

Una de las frases que más escucho últimamente es la consabida, “a veces me dan ganas de dejarlo todo y desaparecer” y lo entiendo. A mí también me pasa. Es una consecuencia de los tiempos que nos han tocado vivir.

Muchos tenemos la sensación de que este hundimiento económico no es uno más, que en realidad va a suponer el fin del mundo que conocíamos y el comienzo de otro. En realidad lo percibíamos incluso antes.

Nuestro problema es que nos tememos que ese nuevo mundo nos guste todavía menos que el ya conocíamos. Y nos da por defender, por ejemplo, la manutención del estado del bienestar, que lleva años poniéndose en tela de juicio, por cierto.

Parece que ahora se hayan decidido, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, a darle la estocada final. Y nos da miedo, un miedo tremendo, imaginar lo que vendrá.

Resistir es la frase que se ha puesto de moda: "Resistir para mantener mi puesto de trabajo, para no cerrar la empresa, para llegar a fin de mes con un sueldo que lleva años congelado o se ha visto reducido considerablemente (con precios cada día más elevados); para darle un futuro a mis hijos; para conseguir empleo antes de que se me acabe la prestación..."

El país se ha llenado de resistentes más o menos pacíficos, más o menos atemorizados, más o menos Indignados. De hecho, ahí está un movimiento que se ha decidido no sólo a plantar cara si no también a rechazar el modelo de mundo que se avecina. Pero, no nos engañemos, crece también más o menos silenciosamente la indignación que se traduce en apoyo a la ultraderecha, a medidas racistas y excluyentes. Comienzan a ser legión los que concluyen que la vuelta a un pasado que me hace estremecer sería la mejor solución.

En realidad me preocupa mucho ese miedo inoculado durante los últimos años, muchos en realidad, incluso antes de que las torres gemelas se viniesen abajo, como cifran ciertos manuales.

Un miedo que se extiende como una mancha de aceite al terreno más personalísimo.

Conozco cada vez más gente que tiene miedo a decir lo que piensa, por no hablar de los que simplemente tienen miedo a pensar. Me hace gracia que me digan, "cuidado con lo que escribes en el facebook", como si ese pretendido poder oculto, de existir de esa forma tan organizada, no lo supiese todo de mí.

Pero me preocupa, y cada vez más, la colección de miedos que todos compartimos en este siglo XXI. Miedo a crecer, madurar, cambiar y aceptarnos.

Infinidad de "piterpanes" de todas las edades y ambos sexos pululando por doquier; miedo a volver a enamorarnos o a volver a confiar, inciando en algunos casos una guerra contra el otro que no aporta nada bueno.

Nos negamos, "a cierta edad", la posibilidad también de hacer nuevos amigos. Incluso conozco gente que mantiene que con la madurez uno tiene que vivir con pesados lastres de sí mismo que le hacen mucho daño porque es que uno es así, y qué le va a hacer (nuevamente peterpanismo).

Lo peor de todo no es la amargura e infelicidad que producen muchas de estas decisiones. Lo peor es que gran parte de la sociedad en la que vivimos las fomenta y las aplaude, de manera que he llegado a la conclusión de que, en el fondo, a este mundo en el que vivimos también le conviene que mantengamos esos miedos, que el miedo continúe a ser, en todo, nuestro verdadero motor.

martes, 29 de marzo de 2011

Morriñas

Hay días tontorrones como éste, con más bien pocas horas de sueño encima, en los que una llega a casa y escucha en el contestador la voz de una amiga a la que quiere y que vive a miles de kilómetros, y ganas le dan de contravenir la norma de no tirar la casa por la ventana con estos dispendios y marcar su número y charlar larga y apaciblemente, con las palabras justas, las pocas que realmente se necesitan cuando comunicas con alguien que te conoce hace tanto tiempo.

A lo tonto se me fué la cabeza a veinte años atrás, en otra ciudad, con ella y con W. Lo mucho que nos divertíamos las tres, lo que nos ha gustado siempre reirnos, y como nos hemos mantenido fieles a unos cuantos principios a lo largo de los años.

El fundamental es que somos mujeres que siempre conseguimos sacar a flote nuestro sentido del humor pese a nuestra colección de pesares.

Soñamos con poder reunirnos en algún lugar del país, con o sin niños, porque hace ya demasiados años que algo así no sucede y creo que las tres lo necesitamos.

Me detengo a repasar la serie de placeres físicos e intelectuales que compartimos: una buena peli, ciertos libros, el chocolate, alguna perdición, y también cierta mutua emotividad que a veces se desborda, cierta facilidad para llorar si eso ocurre pero hacerlo, sin embargo, muy poco o nada cuando nuestras vidas no marchan. Ahí sólo nos remangamos y luchamos a brazo partido por mantenernos firmes.

Echo de menos a amigas como éstas, de tantos años, con las que una ha vivido tanto y tiene tanto pasado en común. Son ese tipo de gente con la que pase el tiempo que pase la relación se vuelve a retomar como si nos hubiésemos visto antes de ayer.

Me lo he propuesto, planear un encuentro a tres bandas este mes de junio en algún lugar del norte de España. ¿Podremos? ¿Será esta vez? Yo creo que ya toca.

domingo, 13 de marzo de 2011

ME GUSTA

Me gusta leer, escribir, los fines de semana en la cama hasta tarde; me gusta el olor de los libros nuevos y hundir la nariz en las hojas para aspirar el olor, igual que el de la tierra mojada cuando llueve en verano.

La gente que no confunde franqueza con mala educación; los hombres altos; la gente sensible que sabe ver dentro de una y a la que le sobran las explicaciones.

Me gustan los hombres sinceros que no gustan de jugar con los sentimientos ni que nadie lo haga con los suyos; los que tienen resistencia psicológica porque han sufrido y se han levantado; los que luchan por mantener intacta su sonrisa pase lo que pase; la gente a la que le gusta reirse...

Los que no viven pendientes de lo que de ellos digan; la gente autónoma; los artistas un poco neuróticos ( "ojo" no para compartir casa con ellos, son inaguantables)...La gente un poco original, los graciosos; los que siempre se las arreglan para decir algo agradable y si no tienen nada agradable que decir, se callan.

Me encantan los niños educados, la gente que piensa; los reflexivos y analíticos; me pirran los hombres racionales pero me hacen sufrir un montón.

Me gustan muchas cosas, que me de la lluvia en la cara cuando estoy cabreada, jugar a mosquear a mi perro, hablar con los niños con lengua de trapo; la playa sin gente; las ciudades sin gente, cuando todos se han ido de vacaciones y firmarías para que no volviesen.

Me gusta también la soledad a veces. Y las matemáticas. Y contar historias inventando un poco; la gente con imaginación. Los que te valoran por quien eres tú independientemente de tus ingresos, tu trabajo, tu procedencia...

Me gustan las mujeres fuertes como amigas porque siempre te ayudarán en los momentos difíciles. La gente que acude cuando las cosas no van bien, esa con la que siempre se puede contar.

Me gusta mucho viajar, me gusta soñar despierta, me gusta el olor del perfume de mi madre.

Me encanta recordar mi niñez, como los veranos jugando a indios y vaqueros, las meriendas de moras salvajes en el faro viendo la puesta de sol ó la torre de galletas maría en la playa, aterida de frío, mientras el sol me calentaba la espalda, después de que me hubiesen sacado del agua contra mi voluntad; la playa en mayo, cuando los días eran largos y hacía calor, y mi madre nos iba a recoger con el bañador y las toallas, a la vuelta del cole.

Me gustan infinidad de cosas.

jueves, 24 de febrero de 2011

Tóxic@s de todos los calibres

A veces no cejamos en cometer el mismo error tropezando con la misma piedra una y otra vez, y topándonos cara a cara con un tipo de gentuza repugnante que nos resulta atractiva porque, como decía cierta periodista a la que admiro, "hay un tipo de mierda que incomprensiblemente huele bien".

Durante años de ejercicio de un buenismo muy mal entendido me ví abriendo y cerrando constantemente ONG's vitales hasta el punto de pensar muy seriamente en trabajar para alguna de ellas, dado que mis amigos, mis amantes ó mis parejas eran muy a menudo casos perdidos, necesitados de ayuda, de empujones vitales, apoyo económico, psicológico...Para que quede claro, de rémoras, parásitos y chupópteros

Me llevó un tiempo tremendo realizar dos descubrimientos fundamentales que mis amigos, los de verdad, no dejaban de repetirme. El más importante: La caridad bien entendida comienza por una misma. Y el segundo: ser egoísta no es que sea bueno, es altamente recomendable.

Recuperada de la fase Teresa de Cálcuta me veo ahora metida hasta las cejas en otra espiral preocupante. Mi nuevo karma es la gente tóxica.

Son seres egoístas, maledicentes, jueces sin piedad de los comportamientos ajenos, incluso de gente a la que no conocen de nada; concluyo que en todos ellos se da la misma circunstancia. Su amargura les puede.

Yo ya he comenzado a alejarme de los tóxicos y tengo ya a dos en cuarentena porque sé, ahora sí, que no es que no interesen como amigos, es que lo único que han hecho desde que han llegado a mi vida es hacerme desconfiar de los que se acercaron para traer alegría, buen rollo, felicidad, risas.

A mi nuevo país que soy yo misma le he puesto una frontera blindada contra todo tipo de personalidades venenosas. No pasarán.

martes, 22 de febrero de 2011

Relaciones condena, relaciones prisión.

Mis amigos saben que he acuñado hace mucho tiempo el término de relación condena o relación prisión para ese tipo de uniones sentimentales que implican posesión enfermiza o dependencia extrema y generan en sus víctimas una ansiedad inédita.

Hay gente que ama sometiendo. Si el otro es una persona de natural sumiso, la relación puede ser perfecta pero, ¿qué ocurre cuando no es así? La víctima del control se convierte en un ser ansioso, en un preso en tercer grado, que podrá hacer cosas solo, pero siempre bajo un control enfermizo con hora de llegada, hora de salida, y un rendimiento de cuentas exhaustivo.

A veces son celos, otras sólo una muestra de inseguridad, y en muchas ocasiones es simplemente alguien que no sabe amar de otra forma que poseyendo al objeto de su amor.

Y hablando de amor y ansiedades inmediatamente se me viene a la cabeza el problema de un amigo emocional con sensibilidad artística, un poco neurótico, un poco difícil, pero enfermo de amor por una mujer cuadriculada con la que convive, y que le conmina no sólo a mantener el orden doméstico sino también a cambiar, a ser otro, un ser menos demostrativo, cariñoso, tierno y preocupado.

Los emocionales nos entendemos pero quizá no alcancemos a comprender como podemos generar otro tipo de ansiedad en personas como la novia de mi amigo, más racionales con los afectos, con los pies más en la tierra, no tan dispersos ni explosivos como nosotros, muchos más derechitos y bastante más fáciles de entender y tratar.

Mi amigo me cuenta sus cuitas porque yo le comprendo y le apoyo para que le haga saber a su novia que no podrá ser otro por mucho que ella se empeñe, y por más que le disguste, y que probablemente su dispersión, su gramo de locura, su emotividad lo hicieron objeto de atracción, que parte de la magia que existe entre ellos pueda deberse a su manera de ser y entender el mundo.

Me pregunta por qué no nos juntamos los emocionales. Muy sencillo, porque no nos soportaríamos. La mujer fuerte se enamora del hombre débil. Y el hombre racional de la mujer emocional. Amamos buscando compensar nuestras carencias. Por tal motivo, entiendo a mi amigo emocional y le presto oídos. Sé a lo que se enfrenta y ahora más que nunca.

Lo que no entiendo, jamás podré hacerlo, es a los que no conocen otra forma de amar que la de someter al otro. Eso no es ni puede ser amor. He visto a algunos exreclusos y exreclusas muy heridos en su autoestima después de haber sido sometidos a esta tortura diaria.

De alguna manera, y aunque apenas reciba publicidad, es una forma de maltrato como otra cualquiera. ¿Qué músico decía aquello de, “If you love somebody set them free?"

Pues éso. Huid de las relaciones prisión o condena. Si alguien te quiere, o te quiere libre o no te quiere.

jueves, 10 de febrero de 2011

No tan diferentes

Estos días sigo con atención, toda la que le puedo dedicar, la revolución en Egipto, como en su día hice con Túnez. He comprobado y admirado como la fuerza de un pueblo, harto de ser teledirigido por una cúpula de dirigentes poderosos, corruptos y millonarios se extiende como una mancha de aceite. Unos dirigentes que vivían al margen de sus ciudadanos súbditos, salvo para llenarse bien a gusto los bolsillos e intentar perpetuarse en el poder a través de sus hijos.

La primera vez que escuche que España no estaba tan alejada como nos pensamos de lo que le ocurre a los países del Norte de Africa fué en la SER.

En nuestro caso, también, el paro juvenil atenaza a nuestra población convirtiendo a esa generación en la que menos futuro tiene a priori, salvo que aprendan alemán y a hacerse bien sus maletas.

Gran fracaso el de un país que gasta un dinero precioso en formar a sus mejores estudiantes para que acaben por trabajar para otro que no ha invertido un duro en su formación. Porque, hasta donde yo sé, a Alemania no le interesan los camareros o los jóvenes ni-ni...

Compartimos con los países árabes una parte muy importante de nuestra sangre, mezclada también con otros pueblos pero durante OCHO SIGLOS con ellos, lo que hace que alguien como yo, morena y de ojos castaños, pueda pasar fácilmente por árabe en cualquiera de sus países, eso me decían.

Compartimos la corrupción instalada en un país donde, si bien hay una fiscalia que la persigue y la investiga, también hay unos ciudadanos, con menos longitud de miras que los tunecinos o los egipcios que, pese a todo, siguen dispuestos a votar al que ha metido la mano en el saco y bien a gusto ( No somos los únicos, a los italianos les ocurre lo mismo con Berlusconi).

Entre las cosas que nos distancian yo situaría en primer lugar la juventud de sus sociedades (media de 30 años) en relación a la avejentada sociedad europea, donde el mayor problema hoy día es el mantenimiento de las pensiones y la sociedad del bienestar.

El otro gran factor que hace que no tengamos nada que ver con los egipcios, los tunecinos, los palestinos, los jordanos...es que son pueblos que mantienen la ilusión para crear otro mundo diferente al que conocen, mientras aquí acatamos y callamos ante las imposiciones de organismo como el FMI, que se empeñan en recortar nuestros derechos a cambio de nada, o permitimos que un banco se quede con la casa de un señor minusválido sin respetar siquiera la cobertura de un seguro de pago que un día firmó.

La sociedad de los países árabes está viva y despierta, la nuestra muerta, aletargada por princesas del pueblo, fútbol, botellones, cuarenta principales y marcas a go-gó, además de teléfonos móviles y últimos modelos de coches; mientras el paro no deja de crecer, sobre todo entre los más jóvenes, y cada noche, una madre enseña a su retoño más pequeño el valor de saber hacer bien una maleta. ¡Quien sabe! En eso puede estar mañana su futuro.

martes, 1 de febrero de 2011

Amor y madurez

Mi amigo Carlos es emocional y busca desde hace un tiempo, desde que superó su ruptura matrimonial y dejó de coleccionar conquistas y agujeros emocionales, una mujer que le quiera y a quien querer.

Instalado en la cincuentena piensa que su objetivo es quimérico y, sin embargo, el hombre más descreído que conozco, aunque bastante emocional también, me lo dijo hace poco ante mi propio escepticismo: “La gente se enamora con cincuenta, con setenta y hasta con ochenta”... Me sonreí para mis adentros.

Se lo digo a Carlos, te mereces encontrarla y la encontrarás. No le digo que deje de buscarla donde no debe, que deje incluso de buscar, que esas cosas se presentan cuando uno menos se lo espera, que basta con estar disponible.

Ocurre que, salvo a los que deciden amargarse la vida a conciencia, el amor puede aparecer incluso sin uno desearlo, y así le pasó a una mujer que tenía la misma edad que yo ahora, cuarenta y medio, hace más de veinte años.

Nos unía una relación de simpatía extraña que se fué ganando desde el primer día que ella me atendió en su bar de la Plaza de Cascorro.

Aquella madrileña de pura cepa, como gustaba de gritar a los cuatro vientos, me recibió un día mustia y descafeinada.

Le pregunté que le ocurría y tras no demasiada resistencia se sentó en mi mesa, recogió mis apuntes de facultad con mucho más cuidado del que yo emplearía y me tomó ambas manos antes de confesarme que se había enamorado a sus años: “Lo peor es que no cambia nada, da igual la edad que se tenga. Es lo mismo con cuarenta y cinco que con quince, ¡Qué horror!”.

No la comprendí entonces pero la he recordado muchas veces, cuando tuve la misma sensación de vivir una adolescencia recuperada tras haberme vuelto a enamorar a una edad ya madura.

Me apena que alguna gente, como la nueva amiga de Carlos, sea tan cobarde de no querer reconocer que le gusta mi amigo, que lo quiere a su manera, que lo echa de menos si no le llama, si no le envía un mensajito de móvil ( ¡Huy el amor tecnológico! Lo que ha cambiado las cosas, y no siempre para bien).

Demasiada gente conozco ya que se empeña en racionalizar sus sentimientos, pensando que dejarse llevar por lo que le motiva, por lo que a uno le apetece de verdad, nunca es conveniente.

Sin embargo, Carlos piensa que sólo se equivoca cuando se deja gobernar por la razón. A mí me ha convencido de que así se debe actuar, aceptar los propias emociones cuando son más fuertes que nosotros.

Yo espero haberle convencido a él de que ignore a esa mujer que se empeña en hacerse la difícil, la inalcanzable, que lo racionaliza todo, y que lleva puesta ¿como no? una inmensa coraza para proteger su corazón de lo que mi amigo Carlos, sin duda alguna, ya le mueve dentro.

Ella se lo pierde.

domingo, 9 de enero de 2011

Vecinos

Quien me conoce sabe que una de mis aspiraciones vitales es conseguir esa vivienda unifamiliar no adosada, de planta baja, tamaño pequeño y sin apenas finca para librarme de alguna pequeña condena cotidiana.

Y a pesar de no creer en él, en mi desesperación, alguna vez le he pedido al de arriba que obre el milagro de los panes y los peces o cualquier otro y me conceda la primitiva tan deseada, que juego religiosamente jueves y sábado.

Entre las que sufro en los últimos tiempos se cuentan dos vecinas que, cada una a su estilo, han decidido fiscalizarme.

La última advertencia la recibí hoy, justo cuando intentaba ser simpática con una señora de edad avanzada a la que le ha tocado, ¡ya es mala suerte!, vivir justo encima de mi piso.

Después de largarme su retahíla interminable de enfermedades y de ser una todo lo simpática que se puede ser, me pone en alerta sobre sus persistentes imsomnios que más de una noche le impiden pegar ojo antes de las dos de la mañana. "Y lo oigo todo. Ya sabrás a que me refiero", me suelta tan fresca.

En un minuto escaso hago un repaso a mi vida reciente. Una pequeña discusión subida de tono con una amiga, nada del otro mundo; alguna copa navideña con algo de música y ruído; las conversaciones por el móvil en la terraza, debido a la mala cobertura, tendré que tener cuidado...Vamos, que no encuentro nada reseñable pero ella por lo visto sí, al igual que la otra, que no tuvo el menor reparo en avisarme a qué dedica su tiempo libre. "No sé si sabes que en estas casas se escucha todo"

Me extraña lo que me cuentan porque a mí no me pasa. Yo no oigo apenas nada de las suyas aunque, francamente, lo confieso, no aguzo el oído porque hasta me parece de mal gusto. Incluso apenas me molesto ya por los gemidos de la parejita que se ama frenéticamente pared con pared con la mía, aunque me alegro por ellos. Eso es felicidad. ¿O no?

De manera que me veo en la obligación de poner música a un volumen exageradamente alto para que las dos vecinas recriminadoras no consigan escuchar ruído o conversación alguna que provenga de mi casa.

Ni me quiero imaginar la de rumores que circularán y las cosas que dirán de mí.

No hace falta que ocurra nada paredes adentro. Las rumorólogas harán lo posible y lo imposible para que se hable, y si es mal mejor, son cosas que una aprende cuando se cría en un pueblo. ¡menos mal que también tiene una vecinas encantadoras!

Mi perro Bosco, ex-recluso de la perrera municipal de Vigo se monda aquí a mi lado, agarrándose la barriga para que no le exploten las carcajadas.


Se lo he dicho a él también y ahora manifiesto aquí mi más absoluta perplejidad, no entiendo como estas dos personas pueden tener interés en seguir tan de cerca mi aburrida, ramplona y monótona vida. Lo siento, no puedo dejar de imaginármelas con el vasito de yogurt pegado a la pared, pendientes más de lo que ocurre en mi casa que de la suya.

Prexuizos.

Hai uns dias, unha amiga que coñezo ben confesoume que vive dentro dun armario dende a infancia. A rapaza é intelixente, bonita, capaz profesionalmente, simpática e un encanto de muller mas ten unha doenza da que non se pode falar abertamente polo descoñecemento xeral que ten socialmente e o medo que provoca.

Acabo de saber que padece epilepsia e necesita ser medicada diariamente. Un dos seus maiores medos é, precisamente, que o descobran no seu traballo, onde non dubida que pode provocar o seu despido ou impedirlle a promoción que até agora tivo.

Lembramos tamén a un amigo común que padece unha enfermidade psíquica que nunca conseguíu incapacitarlle, mas que oculta como se dunha lepra se tratase mesmo entre amigos e coñecidos. Nós mesmas xuramos a máis absoluta discreción no seu caso.

As dúas concluímos que non están nun armario só os homosexuais ou os que teñen SIDA, senón unha variedade profusa de enfermos crónicos de padecementos que non teñen boa fama e, que como decía unha campaña publicitaria no caso do SIDA, o peor é non saber nada deles.

Certamente, na sociedade tan evoluída na que vivemos (ou así se dí), con tantos adiantos tecnolóxicos e tan disposta a asumir mudanzas, mantéñense aínda certos medos atávicos, certos prexuizos estúpidos, certo rexeitamento contra un grupo de persoas que prefiren estar ben pechadas dentro do seu armario antes que falar abertamente dos seus males.


Lembreime mesmo dun amigo, R., que sempre se queixa de que as referencias gráficas máis comúns da esclerose múltiple sexan persoas en cadeiras de rodas.

R. leva máis de 10 anos padecéndoa e, aínda que teña dificultades para moverse, consegue andar polos seus propios medios.


Os tres sufriron nalgún momento rexeitamento que lles provocou dor e aillamento e lles convenceu de que a mellor opción e levar a súa lotería vital en absoluto segredo.

A miña amiga reflicte sobre as bondades de non se poder autovictimizar. R está máis que farto de decirlle as rapazas que lle gustan que o seu non é contaxioso.

No decurso da conversa pensamos na cantidade inxente de persoas que vivirán dentro dun armario, sen nós o saber, por doenzas, gustos, orientacións sexuais ( nen todos os homosexuais viven en cidades, como dí a miña amiga) non comprendidos por unha sociedade que se chama a sí mesma avanzada e moderna pero na que perviven aínda prexuizos sociais contra os minoritarios, doentes, ou con orientacións e intereses diferentes a iso que se da en chamar normalidade

miércoles, 5 de enero de 2011

Por un prato de comida

Unha muller de pouco máis de 21 anos, cunha nena duns cinco revolve no lixo. Mete a cabeza en todos e cada un dos grandes contentores a procura de comida, mesmo roupa.

Sorpréndeme o da roupa. Ólloa de esguello. Parece rumana. É moi bonita pero está un pouco magra. A nena tamén está magra e por debaixo do percentil ese do que tanto falan os pais novos, é máis que evidente.

Xa non me sorprende ver xenté revolvendo no lixo pero a imaxe desta moza coa súa nena magóame máis do habitual.

Nun supermercado próximo as rapazas envolven ben a carne e os alimentos frescos que retiran dos lineais caducados ou a piques de caducar cando os botan ao lixo para que os vellos ou non tan vellos que frecuentan este improvisado banco de alimentos os poidan aproveitar.

O mellor dia é o sábado. O peixe vai todo fora. Mesmo os hai que agardan a que elas marchen para comenzar a procura, enfundando as máns nuns guantes de lavar a louza, talla XL.

O contentor que usan é o maior banco de alimentos improvisado dun barrio que pasa por ser medio-alto.

Algúns dos meus amigos pensan que esaxero. Desafiolles para co verifiquen cando queiran.

Non é unha consecuencia da crise. Coincidín con eles varias veces nestes últimos cinco anos.

Algunhas caras mudan, vexo máis mozos, máis emigrantes pero tamén españois. Organízanse entre eles, partillan...Aínda non vín trifulcas.

Non podo facer como se non estivera a pasar o que teño diante dos ollos como observo fan moitos veciños, pero cando eles miran para min, como xa me aconteceu nalgunha ocasión, tento transmitirlles todo o meu respeto e facerlles chegar, ollos nos ollos, que non os vexo parte do mobiliario urbán.

E que loitar por un prato de comida, traballando ou revolvendo no lixo, é igualmente digno.

Más que felicitación, carta protesta

¡Hala! ¡Ya estamos con la típica película pastelera del amor navideño! ¡Cuánto daño le hacen a la gente con esas babosadas y luego nos quejamos de que los niños hablan como en las series!

Es verdad, Duarte, que me pongo macarra negándome a compartir el espíritu navideño pero hay un día inconcreto, en el que hay un clic estúpido dentro de mí, y me invade la nostalgia y la navidad entra a saco y me descoloca y me embarga la emoción de lo que fué, lo que pudo ser y lo que será y me da por construir felicitaciones como ésta.

Dado que el mayor viaje que hago es a mi mundo interior tiendo a analizar mucho determinadas cosas... Sí, tengo tiempo para pensar. Es más, lo busco como sea, me gusta, me lo paso bien, pues os cuento lo que he venido barruntando en el 2.010.

Para empezar confieso que estoy cansada de predicciones apocalípticas y quejas generalizadas. Sé que la situación no es buena, que la economía no marcha, que hay mucho paro, que si la situación financiera, el PIB, la gestión de la crisis, etc, etc...pero creo que nos están amargando y cabreando todos los días gente que, por cierto, vive como Dios.

Nos están haciendo creer que debemos preocuparnos de las cosas que les preocupan a ellos, y lo que es peor, nos están convenciendo de que no hay otro mundo posible que el que nos pintan, que no se puede hacer nada, salvo acatar y callar, sin poner nada en tela de juicio, sin siquiera discutirlo. Me enerva.

Y enlazo con mi segunda preocupación. El estado general de mi entorno, de parte de mi entorno, que lo pasa mal. Y recuerdo una conversación con Charo que me repite muy a menudo que esto significa crecer, que las vidas se complican y los problemas son menos con 20 años que con 40, y sé que tiene razón pero me niego nuevamente a acatar más que lo que no queda más remedio que acatar, como la muerte de la gente que quiero o sus enfermedades.

Sin embargo, veo cada vez más amargura aunque ningún médico la diagnostique. Resignados a su suerte, estos pacientes se ven mayores para casi todo. No quieren construir nada, hacer nada. Les falta chispa. No les gusta su vida y no están dispuestos a hacer nada para cambiarla.

Peor aún, tampoco te apoyan cuando tú quieres hacer algunos cambios en la tuya, cuando proyectas o expresas tus deseos nunca nada es posible y todo va a salir siempre mal.

A menudo recuerdo una conversación que tuve con un octogenario que me agarró por el brazo cuando le despedía, y me dijo, “vive la vida, disfrútala, cuando quieras darte cuenta será demasiado tarde” y me tuvo pensando una semana con esa frase el tío. Me inquieta ver como madurez y amargura, en algunos casos, van de la mano.


No soporto la falta de respeto generalizado y la cantidad de jueces profesionales sobre la vida de los demás que pululan por doquier. Seguramente también yo lo hago. Como nos erigimos para destripar con saña la vida de todo el mundo sin un miligramo de empatía.

Incluso comienzo a no soportar a los que, cargados de buena voluntad, pretenden cambiar la vida “equivocada” de los otros. Cuanto más tiempo pasa más convencida estoy de que no se puede hacer nada para ayudar a alguien que no lo pide.

Veo, además, una tendencia social hacia la uniformización, que incluso va por barrios, por ideologías, por maneras de ver ó entender la vida que me preocupa aún más. Por tal motivo, quiero repensar y analizar toda la invasión de información que recibo o de “tendencias” de pensamiento o análisis porque cada año que pasa me toca más las narices lo políticamente correcto, sea cual sea el emisor del mensaje.

Sufro con los que mangonean a conciencia, los que se crecen atacando a los más débiles; ese maltrato de baja intensidad casi imperceptible, esa exigencia injustificada sólo hacia las niñas ejercida tantas veces por nosotras, las que hemos sido víctimas de esa educación. Como si una niña no pudiese tener carácter o dar una mala contestación o reclamar su espacio.

Lo gracioso que resulta cuando lo hace un niño, sin embargo.

No entiendo como se justifica la ausencia de ética, de meritocracia, de deontología profesional, los pequeños hurtos, los fraudes fiscales...Y resulta paradójico que luego nos llenemos la boca exigiendo limpieza en el ejercicio de su cargo a los políticos pero le digamos a quien la pide a menor escala, si no sabe en qué mundo vive o de qué higuera se ha caído.

Me disgusta también, coincidiendo con Ch., la gente que confunde soledad física con mental. Y me revienta, pero mucho, como somos de invasivos y de maleducados aludiendo a que es un rasgo del carácter español o meridional.

Me irrita que tampoco se entienda que se puede ser timidísimo con cuarenta y tres ó con cincuenta y que ahora todo el mundo se ponga esa etiqueta, con lo difícil y jodido que es ser así, y lo que cuesta socializar incluso cuando se supera con los años. Si hablas hasta con los floreros, ni eres tímido ni lo has sido en tu vida.

Y comparto un análisis que alguien expresó en una red social con el que estoy de acuerdo. Que no entiende como se monta tal estruendo contra la Ley Sinde, aún estando de acuerdo con los que se oponen, y no contra los goles que nos meten todos los días.

Y entre los goles que este señor no contempla a mí me preocupa mucho, cada vez más, como se enrarece el clima social con luchas intestinas de una y otra parte, muchas ni siquiera son nuestras ni nos afectan, por ejemplo. Mi desafección cada vez mayor con los que dicen representarme tiene mucho que ver con ese clima de ataques, dimes y diretes de cosas muy importantes, no digo que no, pero también con la ausencia de otras, que muy a menudo se olvidan.



La vida sigue. Y esto no es una felicitación, es una carta protesta. Lo sé. Mi deseo para el 2.011 es naif e ingenuo pero creo que necesario. Quiero que mi gente y yo también, porque se me olvida muy a menudo a pesar de haberse convertido en mi máxima ambición, sea feliz, se atreva a ser feliz.

martes, 4 de enero de 2011

Luces navideñas

Mi médico dice que el mundo en diciembre se divide entre los que aman y los que odian la navidad, y que sólo un reducido grupo de personas, quiero creer que inteligentes, viven estas fiestas con absoluta indiferencia.

Yo ingresé hace años en el club de los cansinos, irritados y ofendidos que no dejan de pedir a gritos su final desde mediados de diciembre hasta bien entrado enero.

Uno de estos días salí de casa dispuesta a maldecir cualquier motivo de decoración navideña; alcé los ojos al cielo clamando piedad y me encontré en uno de los balcones un juego de luces, dispuesto de forma que me pareció caprichosa en un primer momento, hasta que reparé que aquel adorno pretendía mandar un mensaje a todo aquel que lo viese, formando una o varias palabras.

Cada vez que salía de casa me detenía un momento ante el edificio vecino, tratando de descifrar el saludo de felicitación.

Una tarde despejada de cielo azul y frío una mujer se situó a mi lado buscando lo que observaba tan abstraídamente, supongo que por imitación y curiosidad, como suele ocurrir cuando vemos a alguien en tal disposición, y leyó la máldita frase que a mí no acababa de entrarme en la cabeza. "Te amo", dijo, y se fué sin más, con una amplia sonrisa.

Durante todos estos días difíciles de irritabilidad o emotividad navideñas he mirado hacia ese balcón, cumpliendo con un rito de saludo diario al atravesar mi portal para enfrentarme con el mundo. "TE AMO", leía, e imaginaba todo tipo de historias. El grito de una mujer abandonada, el de una pareja recien constituída, el de un adolescente que acaba de desembarcar en el mundo de los afectos...

El otro día me sorprendí respondiendo a las luces del vecin@. "Yo también a ti". No sabría como pedirle que ese mensaje trabajosamente elaborado con un juego de luces navideñas debería permanecer ahí todo el año. Quizá acabaría por integrarse en el paisaje diario sin más pero casi estoy por asegurar que no, que conseguiría hacerme un poco más feliz.

domingo, 2 de enero de 2011

El comienzo

Entre los variados propósitos que una afronta cada comienzo de año asumí como inaplazable este 2.011 la creación de mi propio blog con bastante temor, cierto pudor y sin objetivos muy claros más que el de escribir, escribir y escribir procurándome un placer egoísta y, no sé si pretendiendo el aplauso o la aprobación de lectores desconocidos.

No diré que no puesto que se supone que cada cosa que ponemos sobre el papel busca destinatarios pero, ¿cómo decirlo? Creo que pertenezco al tipo de personas que escriben por compulsividad, porque no saben vivir sin hacerlo.

Yo lo he hecho en multitud de ocasiones para entenderme, para comunicar con gente a la que quería y con la que no lo conseguía simplemente conversando, para despertar emociones, para compartir, para vencer la timidez, para soñar, porque sí y porque no y, cuando decidí vivir de ello de la mejor forma que sabía, porque me lo exigían todos los días.

El periodismo me enseñó muchas cosas sobre la escritura, y me abrió ventanas dentro de mí misma pero cuando le dedicas un horario laboral es difícil llegar a casa y sentarse ante un ordenador con afán narrador, o al menos lo era para mí.

De manera que entre la cantidad ingente de libros que aún me quedan por leer y los que ya he leído me he convencido a mí misma de que quizá un día publique el mío sin temores ni pudores, y construya algo digno, o quizá no, quizá forme parte de esa legión de aficionados a la escritura, que lo somos sin más.

Este blog da comienzo con el único fin y objetivo, a día de hoy, de no dejar de hacer lo que más me gusta. Es casi una excusa. Si por el camino consigo adeptos lectores, bienvenidos a todos.