viernes, 24 de febrero de 2012

Del amor y otros virus

Tengo un problema grave, me dice una amiga inteligente y sexy, instalada en la cuarentena..."Me he enamorado". Intento convencerla de que eso más que un problema es una bendición a nuestras edades, un objetivo para mucha gente de mediana edad, que ya ni sabe como lidiar con la pedrada de cada uno; los pasados sin resolver de sus partenaires; las ex, los hijos de ellas o ellos; las madres o padres de sus hijos; las ex suegras, la pensión alimenticia, o el rabioso interés que se despierta en un-a ex cuando su antiguo compañer@ de cama, a veces expulsad@ a patadas incluso,  tiene una nueva relación.

"Enhorabuena" le digo, qué problema ni que niño muerto...Comienza a hablar con voz temblorosa, gime y me dice entre sollozos que ya no recordaba como era sentir este caudal de sentimientos; que no sabe si es compartido, que le da miedo llamar; que le preocupa enviarle un mensaje o no recibir ninguno de él; que le aterra que él no sienta lo mismo. Que no sabe si decírselo. Le recomiendo que no. Los varones se quedan petrificados ante declaraciones de ese tipo. Quizá también nosotras. Demuestra poco interés, eso funciona. "No puedo, no puedo", me responde llorando como una niña.

Hablo con Carlos, parece que él ahora también un poco flipado con una mujer,  con la que es más fácil llegar a sus miedos que a su corazón, según propia descripción, la de ella, y me convence de que no hay otra opción que vivir el presente y disfrutar lo que se nos ofrece mientras dure y hasta que se acabe, convencidos de que todo lo bueno termina, dado que ni él ni yo damos una en este aspecto, por una u otra razón.

Se lo digo a mi amiga. Carpe Diem y todas esas cosas absurdas que, por supuesto, ahora reparo, no pueden tener sentido alguno para una mujer o un hombre enamorados...¿No te acuerdas como era? Siempe quieres más.

El amor, ¡máldita sea! Esa enfermedad que cuando no sufrimos añoramos y cuando nos ataca virulentamente nos deshace de arriba a abajo, nos retrotrae a la primera representación de nosotros mismos, con apenas 15, 16 ó 17...La añoranza, la llamada que no se produce, la espera, el me quiere ó no me quiere. "Hasta me he leído en una de esas páginas infumables como conquistar a un hombre libra"....Pues igual que a un Piscis, tía....Nos reímos un momento antes de volver a sumergirse en ese estado de ansiedad romántica...
Pero lo peor es que estas cosas no se eligen, uno no decide libremente enamorarse o colgarse o interesarse por alguien. Ocurre. Un olor, un sabor, química, pasión, admiración, regocijo intelectual...¿Quién sabe por qué?
Propongo a mi amiga salir a tomar copas para lanzarle la típica perorata: Que nadie se muere de amor desde el siglo XIX; que si a ese patán se le ocurre no sentir lo mismo es que un imbécil redomado, porque no va a encontrar una mujer tan dulce, inteligente, sexy, apasionada y divertida...En fin, que muy probablemente no servirá para nada, pero voy a intentarlo.
Y ella tendrá que aparcar su móvil en casa, ese apendice de comunicación moderna que mira y remira esperando el contacto, el what's up, la llamada, el mensaje...¡El amor tecnológico y el daño que nos hace!

2 comentarios: