miércoles, 10 de abril de 2013

"Abril es el mes más cruel"

Hoy, cuando salía de la piscina, el vigilante me hizo un gesto con la cabeza y me dijo "hasta la próxima". Me sentó bien verle, igual que a uno al que ya hemos apodado "el molinito" que nada a crawl con las palmas de las manos abiertas y cada vez que impactan con el agua, resuenan en un espacio en el que apenas se escucha nada. Me alegré de haber retomado viejas rutinas.

Me encontré con la mujer de la obesidad mórbida y hablamos de los pequeños hurtos. Que si me han robado una chaqueta, que si a una señora le llevaron la bolsa.

Cuando volví al vestuario estaba aún arreglándose y, a pesar de mis prisas, la ducha a toda leche, y mi inconstante atención me soltó que a una chica le llevaron la ropa interior, y que una señora tuvo que irse a casa en bañador y chanclas porque no tenía dinero para un taxi ni nadie que pudiese venir a por ella. Estaba ficcionando, alucinada, mal.

Abril es el mes más cruel recordé al ver a una chica con una delgadez sólo fruto de la anorexia. Intentaba convencer a una señora de que tan sólo tenía 28  años, y estaba agitada, quería estar en forma, decía.

Se notaba a la legua que no andaba muy fina. Nos quedamos a solas. La señora, que podría ser mi madre, y yo que podría ser la de la pobre chica, a pesar de su aspecto de más de 50  años. No creo que tuviese más que una talla 12, si la tenía. La mujer me miraba intentando comprender. "¿Pero tú la has visto?"..."No está bien, señora, es éso".

Me fuí con viento fresco y recordé lo duro que resulta perder pié y lo importante que es mantener el centro de gravedad, la rutinas, cierta autodisciplina; llevar a cabo los proyectos; seguir apostando, sobre todo, por uno mismo. La resistencia psicológica es lo más importante que tenemos.

Recordé a J. y nuestros intercambios de mensajes. Alguno en el que me dice que ciertos descarrilamientos no están mal. Yo comienzo a dudarlo. Le echo de menos, a él y a otros amigos lejanos.

Cada vez que vuelvo a la realidad y me subo a la rueda de hamster que es una vida "normal": despertarse, trabajar, horarios, comidas, piscina, paseos con Bosco, lavadoras, etcétera, una nostalgia un poco difícil de explicar se apodera de mí.  La nostalgia de una vida diferente que pude haber tenido, que quizá sobrevenga  cuando me canse de ser ésta y decida ser otra.

Como dice Yol, no podemos quejarnos, estamos bien, pero a veces nos imaginamos una vida de aventura que a ambas nos hubiese gustado tener. Los sueños son más bonitos sobre el papel, y suelen perder un poco de brillo cuando se hacen realidad, es algo que sé, que he descubierto.

Me gustó la sonrisa del vigilante, su gesto cómplice de, "otra vez por aquí". Me disgustan, y mucho, ciertas cosas que intuyo, y que siempre veo como irreales, como sin fundamento, cuando si están ahí será por algo.

Tengo ganas de ver a mis amigos que están lejos, ésos que sienten parecido, añoran cosas similares y me entienden con muy pocas palabras.

No pasa nada, es sólo nostalgia, la confirmación de que el tiempo va pasando y de que ciertos sueños quizá nunca lleguen a perder brillo, nunca se conviertan en realidad.

A veces uno tiene la sensación de que crece en un día, en unas horas. Es como encontrar, de repente y sin pararse a pensarlo demasiado, la clave, el meollo de la cuestión de la propia existencia.




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