viernes, 21 de diciembre de 2012

Un año más.

He adquirido la fea costumbre de felicitar públicamente la navidad a través de un escrito que suele ser una declaración de intenciones. Yolanda recordará como, con una inmensa resaca, un año pedí algunas cosas que se cumplieron como que a los americanos se les atragantara Irak como les pasó con Vietnam; que se acabara el reino del dinero y el materialismo (ésto más bien forzado por la crisis económica -que no "crisi" señor Feijoo- y la falta de él) y algunas cosas más que no se cumplieron, como el fin de la guerra bautizada eufemísticamente como conflicto, entre Palestina e Israel, ó que reinase la meritocracia en Galicia en lugar del nepotismo, enchufismo y padrinazgos que aún tiene vigencia, y por toda la pìel de toro, me temo.

Esta mañana me desayunaba con la noticia de esa famosa asociación belga (creo que es belga) que denunció a las compañías de seguros por cobrar menos a las mujeres en las primas de automóviles y supe que vamos a empezar a pagar un 11% más por los seguros del 2013. ¿Por qué no presenta esa misma asociación y también por desigualdad de género una querella contra las empresas europeas que, para igual puesto y formación, pagan entre un 15 y un 35% menos de salario a las mujeres? Digo yo que si tenemos que pagar lo mismo que ellos deberíamos cobrar igual. Y éste es un tema que debería estar en la agenda de los políticos a los que votamos, como lo estuvo en el siglo XIX y principios del XX, la consecución del voto femenino. Y, lo peor, no veo yo que sea una prioridad. 



La navidad. Este año es más plácida. Quizá porque el mes de noviembre volví a estrellarme, cayéndome por las escaleras de un parking público, y salí indemne una vez más del tercer y, espero, que último accidente del 2.012 y la crisis de melancolía, el cansancio y el hartazgo los sufrí en ese mes, igual que en verano cuando me caí de la bicicleta; o en enero, cuando un recien despedido, que iba ido y disgustado, tuvo la mala fortuna de golpear su coche contra el mío.

 Mi fisioterapeuta se ha echado unas risas conmigo, eso es verdad, y hemos trabado amistad; nos hemos confesado mutuamente; nos hemos irritado con cualquier cosa, y me ha hecho sentirme muy próxima a él y a su manera de pensar, demostrándome que no hay salto generacional sino de formación e inteligencia, dado que él no llega a los 25 y yo he rebasado los 45 años.

¿Qué se puede desear para el 2013 sino sobrevivirlo y salir intacto? Mantener el trabajo, la pareja, la familia; que seamos los mismos el próximo año, que nadie enferme gravemente o desaparezca accidentalmente o después de una larga o corta agonía. Que a nadie se le diagnostique una enfermedad crónica, degenerativa, sin cura. Que ningún hijo decida poner en riesgo su vida, o echarla a perder.  Que ningún padre decida enfermar y sufrir ante los ojos de los suyos. Que ningún abuelo se vaya, justo ahora que acaba de jubilarse. Que nadie se amargue la vida o procure no hacerlo. ¡Ésto es lo realmente importante!

Lo que le está ocurriendo al mundo en el que vivimos también lo es, por supuesto. Este recorte salvaje en la cultura, la investigación, las universidades, la educación en general, la sanidad, la dependencia, la asistencia social y las ayudas. Todo menos en salvar a la banca y a los que han provocado esta estafa que han denominado crisis. ¡Y lo bien que les está saliendo!

Una crisis que es un acto terrorista sin límites, que está llevando a tanta gente a claudicar y quitarse de en medio pero, y éso lo sabe cualquiera, el suicidio es la primera causa de muerte en las sociedades desarrolladas y opulentas. Y éso da que pensar. Probablemente, no se le presta la atención que merece a la salud mental, no os quepa duda, pero una sociedad que no sabe hacer felices a sus ciudadanos es una sociedad fracasada, y ésta lleva algún tiempo perdiendo miembros.

Hubo un tiempo en que éramos más pobres y mejores personas porque, es cierto y demostrable, cuánto más rica es una sociedad es también más egoísta, insolidaria, más individualista y  menos humana. Habrá gente que me diga que hay crisis y empobrecimiento y tendrá razón, pero prestad atención a las palabras de ese jugador de baloncesto, apodado "baby face",  Dontaye Draper, que se crió en West Balimore,. una especie de infierno en la tierra, magníficamente retratado en The Wire. "Yo miro a mi alrededor y no veo esa crisis. Por la calle, en la ciudad, tampoco. Las casas están bien. No voy a compararlo con Baltimore, tío, pero yo sé lo que es la pobreza y la pobreza se ve”.

Y sí, tiene razón pero también es cierto que, como dice Emilio, todos hemos descendido un escalón social. El que era clase media alta se ha quedado en simple clase media. El que era media se ha ido a la media-baja; el que era clase baja está en el umbral de la pobreza. Sólo se salvan las clases altas, alguno de cuyos miembros se está haciendo aún más rico con esta estafa llamada crisis, porque es impensable que una crisis global, como ésta, tenga como consecuencia que la brecha entre ricos y pobres sea cada vez mayor y, lo más terrible, que estemos permitiendo que liquiden nuestro sistema de salud, de justicia, de educación, nuestra cultura subvencionada ( ¿y por qué no si las mayores subvenciones las cobran grandes empresas privadas que a cambio practican ERES salvajes? ) para que los mismos que se están enriqueciendo lo sean más aún a costa de cobrarnos todos estos servicios, y al precio que a ellos les parezca.

Preocupaos de cuidar vuestro entorno, de sonreir y canturrear por las mañanas; de cruzar cuatro palabras con el vecino en el ascensor, aunque sólo sea, "¡vaya frío que hace hoy!".

 Soñad, intentad hacer realidad vuestros sueños, aunque no lo consigais, pero no dejéis de soñar y, sobre todo, que nadie os diga que no sirve para nada salir a la calle a gritar, a protestar, a hacernos ver para que los mercados, el FMI, LA UE, el gobierno español o el alemán sepan que  no nos vamos a callar,  que seguiremos resistiendo, que seguiremos en pié de guerra para recuperar cada uno de los derechos que nos están quitando y que, si es verdad que España es un experimento en Europa y lo es, no nos vamos a quedar tranquilamente en nuestras casas, impávidos, mientras nos afean la conducta y nos dicen que salimos caros. (¡Ay qué ganas de unas cuántas barricadas! A veces, cada día lo tengo más claro, una demostración de fuerza es necesaria. Quizá debamos enseñar un poco los dientes, hacer que tiemblen en sus sillones quienes deciden quitárnoslo todo).

De manera que, una vez más, os deseo que seáis felices y que lucheis por defender lo que es vuestro. Puede que los que nos gobiernan piensen que somos tontos o menores de edad, pero no es cierto. Espero que estemos a la altura para rebelarnos contra lo que viene, que será aún peor. Las generaciones futuras,  mis sobrinos, vuestros hijos,  no nos perdonarán esta abulia, esta falta de compromiso, estas tragaderas. Aunque sólo sea por ellos, no dejéis de luchar por el futuro, para que la liquidación de nuestros sistema de protección, del mundo tal y como lo conocemos, que  ha empezado ya, y bastante antes del 21 de diciembre, se detenga algún día. Y, sí se puede, y sí, hay dinero.

 Yo, personalmente, no voy a transigir con todo. Lo tengo decidido, y es una metáfora, moriré matando.